Ambientación

Historia del Foro

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Trama General

Toda la humanidad está ahora envuelta en un gran conflicto entre Cristo y Satanás, en cuanto al carácter de Dios, su ley y su soberanía sobre el universo. Este conflicto se originó en el cielo, cuando un ser creado, dotado de libre albedrío, se exaltó a sí mismo y se convirtió en Satanás, el adversario de Dios, y condujo a la rebelión a una parte de los ángeles. Satanás introdujo el espíritu de rebelión en este mundo cuando indujo a Adán y Eva a pecar. El pecado humano produjo como resultado la distorsión de la imagen de Dios en la humanidad, el trastorno del mundo creado y, posteriormente, su completa devastación en ocasión del diluvio universal. Observado por toda la creación, este mundo se convirtió en el campo de batalla del conflicto universal, a cuyo término el Dios de amor quedará finalmente vindicado. Para ayudar a su pueblo en este conflicto, Cristo envía al Espíritu Santo y los ángeles leales para guiarlo, protegerlo y sostenerlo en el camino de la salvación. (Apoc. 12:4-9; Isa. 14:12-14; Eze. 28:12-18; Gén. 3; Rom. 1:19-32; 5:12-21; 8:19-22; Gén. 6-8; 2 Ped. 3:6; 1 Cor. 4:9; Heb. 1:14.)

No importa cuánto me pase rezando una y otra vez el rosario, sus rostros no se van de mi cabeza y estoy seguro que lo han hecho adrede porque mi final está cerca. Soy viejo y de nada me sirve ser el Prior del Convento de Colonia ni el co-autor del Malleus si mi mente no está a salvo de los influjos pérfidos de esas tres viejas que los brujos llaman Nornas. Me han visitado esta noche, las tres, y me han revelado sus nombres. Para deciros esto, mi bienaventurado lector –quien seguramente habéis encontrado este pobre escrito gracias a los designios de Nuestro Señor–, debo primero insistiros es que no dejéis de leer, es de suma importancia que mantengáis la mente abierta a lo que estoy por develarte, puesto que muchos de nosotros cerramos nuestros ojos en los momentos de mayor necesidad. Fuimos ciegos y, de haberlo sabido, quizá nada de esto estaría pasando. Debo creer que me juzgáis por las atrocidades cometidas en aras de la justicia divina que yo creía conocer, pero debéis comprenderme, fui engañado como a muchos y quizá lo que estoy por contaros pueda llegar a manos santas para poder terminar lo que nosotros… lo que yo comencé.

Urd, Verdandi y Skuld. Esos son los nombres que no debéis olvidar. La tríada de viejas, ancianísimas mujeres, acudió a mí cuando me encontraba escribiendo una carta al Abad del Monasterio de San Jerónimo en una parte muy alejada de Essex, en Inglaterra. La primera quiso despejar toda duda en mí, quien creía ser presa de una alucinación propia de mi edad y mi condición, enseñándome mi pasado, contándome con lujo de detalle mi vida. La segunda, me colocó en un martirio cuando me mostró a aquellos inocentes que mandé a la hoguera por haber contribuido a la escritura del Malleus Maleficarum y los tantos brujos y brujas que juraron vengarse de nosotros, que lanzaron maldiciones al aire conforme su carne iba chamuscándose en las hogueras. Y la tercera… la tercera me dio una advertencia, una profecía que iría a cumplirse dentro de quinientos veinte años exactos.





Tras decir esto, cada una plasmó en mi mente números que parecían quedarse en mi cerebro como si estuvieran siendo grabados en carne viva:




¿Qué significa? No lo sé, mi estimado y pobre lector, he venido dándole vueltas desde entonces, pasando en vela en este estudio donde la vela ya es más cera que fuego. Me siento enfermo, nauseabundo y con ganas de partir de este mundo a como dé lugar. Espero conocer a Mi Creador esta noche.  ¡Oh mi pobre lector! Sé muy bien que no debería pediros nada, puesto que no os conozco, pero me veo en la penosa necesidad de hacerlo. Quien quiera que seáis, debéis entregar esta página de la bitácora que tenéis en tus manos, a un clérigo, no importa cuál encontréis, pero que sea de vuestra confianza. Él entenderá qué hacer con estas páginas y detener el fatídico final que aguarda a la tierra. No me juzguéis, suficiente tengo con mi conciencia.

Que Dios os ampare y guíe.

Jacob Sprenger, Diciembre de 1495. Inquisidor General de Alemania.






Han pasado 520 años desde la profesía de las Nornas entregada a Jacob Sprenger, co-autor del Malleus. Nadie nunca supo de ella puesto que se quedó en la bitácora del hombre. Corre el rumor de que el sacristán que lo encontró muerto en su alcoba, leyó algo de las páginas que el anciano había dejado abiertas, pero que al comentarle a su superior, éste juzgó aquél hallazgo como los delirios de un moribundo y aquello quedó como un rumor eclesiástico en Alemania. La inquisición terminó a finales del siglo XVII y principios del XVIII, quedando todo ello como un episodio fatídico y trágico en la historia Universal. La santa Inquisición y los Juicios de Brujas alrededor del mundo, son ahora simples momentos estudiados que ahora incitan al morbo con las numerosas exposiciones de instrumentos de tortura y brujería. Y si bien está ser humano común, aquél que ya encuentra la brujería como un tema esotérico que no tiene importancia con el avance de la ciencia y la tecnología, existen aquellos que la siguen practicando y también los que la siguen combatiendo.

Se dice que la disputa entre brujos y hombres, existe desde el tiempo en que Arturo llegó a Camelot y conquistó toda Britania. Pues éste al llegar el trono, le quitó la facultad de gobernar a su hermanastra mayor, Morgause, quien con ayuda de sus otras dos hermanas sanguíneas –Elaine y Morgana– confabuló contra Arturo para derrocar su nuevo reino y reestablecerse ella en el poder. Para Morgause, su destino era ser la líder de esas tierras que vieron surgir las tribus que rendían culto a los Antiguos Dioses. Para Arturo, era una contienda que tenía que ganar en favor a Dios, quien lo había designado como rey. Se libró una encarnizada batalla en la cual perecieron tanto brujos como hombres. Cuando Morgause creía tener la victoria en las manos, Arturo dio muerte a su único hijo, Mordred. Al suceder esto, ella juró que ni ella ni sus hermanas ni nadie que compartiera su sangre, descansaría en paz hasta que cada uno de los Caballeros de la Mesa Redonda y Arturo, hubieran muerto y sufrido tantas veces como fuera necesario, hasta que comprendieran que su lugar en la tierra, era inferior al suyo. A partir de entonces, aquella maldición se ciñó a las almas de sus partícipes. Ni Arturo ni sus caballeros, ni Morgause y sus hermanas, así como primos y amigos cercanos, han podido descansar, pues reencarnan cada que mueren y libran batallas que se terminan convirtiendo en guerras, aquellas que han marcado la historia. Es un ciclo que se repite y se repite y seguirá repitiéndose hasta que uno de ellos acepte la derrota.





En la Ciudad de Boston, el Museo de las Bellas Artes comienza a preparar una exposición que conmemorará los 322 años desde la finalización de los juicios en Salem. En dicha exposición, se encontrarán a la vista los escritos, dibujos, instrumentos y de más, utilizados en los juicios, así como material de Europa en cuanto a la Santa Inquisición y la Caza de Brujas. Sus piezas principales, serán el material personal de los inquisidores Heinrich Kramer y Jacob Sprenger. Entre sus pertenencias se encuentran sus diarios, bitácoras, borradores de tratados contra las brujas, escritos personales, etc. La exposición se abrirá en el mes de Mayo.